Ser un ejemplo para los demás
Septiembre siempre llega con fuerza. El año pasado, al volver de vacaciones, tuve algunas semanas de relativa tranquilidad antes de que todo se acelerase.
Hola, te doy la bienvenida a Rodobo, una newsletter en la que profundizo sobre cultura organizacional, procesos, trabajo en equipo, liderazgo y disciplinas como diseño, producto, analítica digital y CRO.
Septiembre siempre llega con fuerza. El año pasado, al volver de vacaciones, tuve algunas semanas de relativa tranquilidad antes de que todo se acelerase, proyectos, propuestas y tareas que no eran urgentes, empezaron a serlo.
Esa situación, que no era la primera vez, hizo que me preguntase por cómo gestionarlo estratégicamente desde la calma, pensando en el largo plazo. Esto es lo que he puesto en práctica durante todo un año.
Por cierto, al podcast ya le queda menos para volver. No es que lo haya dejado sino que requiere más tiempo.
Autoexigencia y ser un ejemplo
¿Sabes eso que haces donde te exiges a ti mismo estándares que nunca exigirías a otras personas?
La autoexigencia es un rasgo muy común entre algunas de las personas que conozco y es uno de los temas más recurrentes de conversación que he tenido en los últimos años. Con el tiempo, en base a esas conversaciones y a mi propia experiencia, he aprendido que la autoexigencia desmedida funciona, para bien, mucho menos de lo que creemos.
El problema básico de la autoexigencia es que las personas modelan su comportamiento en función de sus referencias. Si te ven apegarte a un estándar, otras personas lo observarán y seguirán tu ejemplo, incluso si les dices que no lo hagan. Y esto ocurre porque al apegarte a ese estándar, estás implícitamente mostrándoselo a las demás personas. Incluso cuando no quieres hacerlo.
Esto tiene un lado positivo en términos de cultura de trabajo, esfuerzo, constancia y dedicación (según se trate, por supuesto) pero obviamente otro negativo cuando se sobrepasan unos límites. No digo que no debas tener objetivos y una meta por las cuales hagas tu trabajo (de hecho, es que las necesitas), como tampoco que no trabajes duro y te esfuerces en aquello que quieres sino que lo que quiero tratar es lo que comunicamos con el comportamiento que adoptamos. Porque el comportamiento es bueno, no sólo si es bueno en sí mismo en términos de esfuerzo sino, si contribuye a una cultura de buen comportamiento.
El comportamiento que es bueno en sí mismo pero que crea una mala cultura debe ser considerado por los demás con mucho cuidado. Por ejemplo, ¿qué piensas cuando escuchas?:
“Me impongo estándares que no le exigiría a nadie más”
“Soy una persona muy exigente conmigo misma”
Obviamente todo tiene matices, nada es blanco o negro pero suena como si esa persona estuviese siendo muy dura consigo misma, ¿verdad? En mi experiencia se da este escenario. Y es que un ejemplo de esto es que las personas no priorizan sus propias necesidades.
Priorizar las necesidades de los demás por encima de las propias es una sensación agradable. Uno piensa que se está sacrificando por los demás pero el problema es que al hacerlo estás contribuyendo a un entorno en el que nadie prioriza sus propias necesidades. Nuevamente, no me refiero a no pensar en equipo sino enfocarte en otros temas y desatender lo que tienes que hacer para que el equipo avance. Son puntos muy diferentes.
Cuando, por ejemplo, trabajas hasta quemarte, hasta agotarte, tu estado de ánimo lo nota y no sólo trabajas tú sino que estás enseñando a otras personas a hacer lo mismo. De nuevo, no me refiero a no esforzarte sino a saber trabajar controlando las operaciones, desde la calma, la empatía, desde la comunicación con cliente, hasta poner en contexto y decidir en equipo.
Por seguir con los ejemplos concretos, me refiero a personas que desatienden sus propios proyectos por ayudar a los demás.
Hace años, pensaba que comportamientos neutrales y ligeramente “egoístas” no beneficiaban, y cuando trabajamos juntos, tanto Paco de Campos como Guillermo Castellanos me repetían una y otra vez que intentase sacar aquello que no sabía hacer sobre analítica antes de preguntarles.
Hoy en día entiendo que es necesario tener esos comportamientos porque no tenerlos es como si siempre tuvieses una red de seguridad contigo. ¿Y cómo se puede aprender si siempre tienes una red de seguridad?
Lo debatía hace poco a raíz de una frase que me dijeron “si cuando delegas, el trabajo no sale tal cual esperas, no puedes delegar y tienes que estar encima”. No, no creo que sea lo ideal estar haciendo micro-management de las tareas. Para ver qué salió bien y qué salió mal ya están las retrospectivas. Y para que el trabajo siga unos estándares, ya están los procesos. A las personas hay que dejarles libertad para actuar dentro de los procesos.
Pero esto requiere una cultura donde eso sea aceptable, y eso requiere que ejemplifiques el comportamiento que quieres ver en los demás, por lo que al dárselo a los demás, a su vez debes concederte a ti mismo permiso para buscar lo mejor para ti.
Para muchos de nosotros, la empatía hacia los demás es más fácil que la empatía hacia nosotros mismos pero si analizamos el problema desde la perspectiva de las culturas de comportamiento, extender la empatía hacia los demás requiere que la extendamos hacia nosotros mismos.
Lo ideal de todo, por supuesto, es que seas amable contigo mismo y que lleves ese ejemplo a las demás personas. Algunos ejemplos en los que hago esto regularmente, y que también me ayudan a entender un uso positivo de los privilegios:
Hacer preguntas “tontas”
Por un lado, no quiero ser la persona que hace perder el tiempo a los demás, pero por otro, quiero que todos los que necesitan hacer esas preguntas puedan hacerlas. Al hacerlo yo mismo, siento que animo a que los demás sean capaces de hacerlo. El concepto aquí es el de desbloquear un modo, una forma de actuar y ser una persona curiosa en los detalles. Se trata de “romper el hielo”.
Bloquear espacio en el calendario
Lo hago porque por un lado me permite estar foco en los proyectos que necesitan de mi atención y por otro, para que las personas con las que trabajo entiendan la necesidad de lo que puede ser una llamada o una conversación en asíncrono (aunque últimamente esté trabajando esto más).
Decir “no lo sé”
No tener todas las respuestas es parte esencial definiendo, diseñando, desarrollando, analizando, sea cual sea tu actividad. Permitirte decir “no lo sé” es el primer paso para que puedas trabajar en encontrar respuesta.
Estar incómodo
Cuando algo me hace sentir incómodo, digo que me siento incómodo. Podría intentar aguantar, pero no quiero que otros lo hagan, así que si me siento incómodo priorizo decirlo para no generar el efecto “elefante en la habitación”, ese problema que todos vemos pero del que nadie habla.
Dejar las expectativas claras
Cuando hay algo que me gustaría que pasase se lo digo a los demás, para que otras personas también se sientan capaces de decir sus expectativas. Y a decir verdad, esto es lo que me resulta más difícil, por eso es importante explicarlo aquí.
Como siempre, un par de conclusiones
La autoexigencia es un fenómeno común entre muchas personas, y aunque puede tener aspectos positivos, a veces es contraproducente. Lo es porque al exigirnos a nosotros mismos estándares que no le impondríamos a los demás, no solo estamos siendo injustos con nosotros mismos, sino que también estamos modelando un comportamiento que otros pueden seguir, aunque no lo queramos.
Y esto puede crear una cultura de trabajo donde el sacrificio personal es la norma, lo que a largo plazo puede ser dañino tanto para la persona como para el equipo. Por eso es importante entender que un comportamiento que es bueno en sí mismo no siempre tiene beneficio si contribuye a una mala cultura.
Por ello, es importante que aprendamos a ser amables con nosotros mismos y a permitirnos buscar lo mejor para nosotros. La empatía que extendemos hacia los demás debe empezar por nosotros mismos. Por ejemplo, haciéndonos preguntas "tontas", o diciendo "no lo sé" cuando sea necesario, para impulsar una cultura donde el autocuidado y la honestidad son valorados y respetados.
Lo que he leído/escuchado estas semanas
Una frase
Giving to others requires friendship with oneself. Aristóteles
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