Innovar como intención
En un mundo donde la única constante es el cambio, quienes estén un par de pasos por delante, tienen mucha ventaja.
Bienvenido, bienvenida a Rodobo, un boletín quincenal que explora la relación entre el diseño de producto, la experimentación, analítica y las empresas.
Enero está siendo un mes intenso, como si tuviese más de 31 días. Y es que, después de empezar el año arrastrando un resfriado tras otro, siento que estas dos últimas semanas me han venido muy bien para coger impulso y organizar todo lo que viene.
Y ese ejercicio de orden, además de ser práctico en el día a día, me ha servido para escribir el tema de esta edición.
Innovar para anticiparte
En algunos entornos existe la creencia extendida que vincula la necesidad de innovar con las situaciones de crisis o momentos en los que las cosas no salen como esperábamos. “Estamos perdiendo visitas, hay que innovar para conseguirlas”, “nuestra tasa de conversión está cayendo, veamos cómo innovar para incrementarla”.
En parte estoy de acuerdo con estas afirmaciones si lo que buscamos es cómo desde la creatividad, buscar soluciones distintas a las que estamos haciendo, pero por otro lado, pensando desde la innovación, siento que innovar no debe ser una reacción sino una acción proactiva. Y es que, más allá de ser una herramienta para mejorar lo que no funciona, la innovación debería entenderse como la forma de ir siempre tres pasos por delante.
Y esto pasa porque cuando el entorno es estable, no percibimos riesgo alguno y la comodidad nos lleva a la falta de acción, a dejar de pensar en cómo poder mejorar lo que hacemos. Uno de los libros que más me han marcado en el momento en el que lo leí es “Si funciona, cámbialo”, un libro basado en cómo superar el miedo al cambio, incluso cuando todo funciona correctamente.
Porque, pensándolo, en momentos en los que el contexto cambia de forma repentina, la urgencia te puede llevar a decisiones improvisadas, por lo que ¿y si la innovación fuera constante, independientemente del contexto? ¿Y si innovar no fuera una respuesta sino una intención?
No esperar sino crear el camino
Innovar no solamente aplica a un producto que llega al mercado sino que también significa crear nuevas formas de trabajar, procesos, reinventar la forma en la que se toman las decisiones o cuestionar, por ejemplo, cómo se gestiona la información interna de una organización.
Cada uno tiene su propio ritmo de cambio pero la idea central es la misma, quien innova de forma continua no espera que la competencia le marque el camino.
En producto, pensamos en la innovación como una forma de detectar oportunidades antes de que se conviertan en necesidades. Y en parte, eso es experimentar, un ejercicio de observación activa y de conversación con el entorno, con la misión ya no de llegar antes que nadie sino de anticiparte.
Igualmente innovar es un acto de valentía en estos entornos. Significa atreverse a cuestionar estructuras, procesos, la forma en la que trabajamos y cómo lo hacemos, porque en un mundo en el que la incertidumbre es la norma, esta gestión debe ser lo suficientemente flexible como para poder adaptarse rápidamente a los cambios del mercado.
Y esto solo es posible si no solamente se innova en el producto sino también en cómo se toman las decisiones, porque aunque lo rígido pueda parecer sólido, la realidad es que hay momentos en los que esta rigidez los convierte en frágiles. Innovar no es cambiarlo todo, sino pensar en qué podemos cambiar con lo que hoy sabemos. Es querer saber, no creer.
De la incertidumbre a la realidad
Si tuviese que decir cuales han sido los mayores aprendizajes que he tenido en los últimos años diría que aceptar que la incertidumbre no va a desaparecer es uno de ellos. Y que de hecho, aceptarla como parte del proceso, tratar de comprender de dónde viene y trabajar por reducirla, es lo que aumenta la capacidad de acción.
Innovar en este contexto, en el de la incertidumbre, en el de los procesos, el trabajo en equipo, es construir, diseñar, mecanismos de detección y respuesta rápida ante los problemas, porque no se trata de preverlo todo sino de prepararnos para responder mejor.
Y es que, en este sentido hay una diferencia clave entre quienes reaccionan y quienes actúan antes de que ocurra el cambio. La primera trabaja bajo la presión del momento, con los recursos que tiene disponibles en ese instante. La segunda, por su parte, construye sus capacidades a lo largo del tiempo. Cuando la primera aún está apagando el fuego, la segunda ya está construyendo la próxima etapa.
Este cambio de mentalidad es cultural. Es imposible innovar sin una cultura que lo permita, que lo fomente. Una cultura de innovación implica aceptar que los errores son inevitables, pero también asumibles. Significa premiar la exploración, la prueba y el error como también entender que no todo saldrá bien, pero que cada vez que fallamos nos enseña un aprendizaje.
Tampoco se trata de hacer “sesiones de innovación” sino de crear un sistema de trabajo que lo fomente constantemente. Es como la idea de James Clear en “Hábitos Atómicos” sobre “dejar las zapatillas de deporte a la vista” para recordarte que tienes que salir a hacer deporte. El equivalente en este caso es preguntarte por:
¿Estamos proponiendo mejoras antes de que aparezca el problema?
¿Se permite la exploración y el error como parte del proceso?
¿Hay espacios para que el equipo cuestione la forma en la que trabajamos?
Si la respuesta es no, es probable que la innovación en tu organización esté funcionando más como una herramienta de emergencia que como un motor para avanzar.
Como siempre, un par de conclusiones rápidas
“El cambio es la única constante”, repetía siempre Jorge Lana en Minimum. Con innovar ocurre igual, no se innova cuando algo va mal sino que es un ejercicio de cambio constante. Es la capacidad de ir siempre un par de pasos por delante. Aplica a producto, a gestión, a los procesos, e incluso a la forma en la que gestionamos la incertidumbre.
No se innova para reaccionar, se innova para anticiparse. Y en un mundo donde la única constante es el cambio, quienes estén un par de pasos por delante, tienen mucha ventaja.
Si te gusta mi contenido, lo mejor que puedes hacer es compartirlo. También he habilitado una página en Ko-fi para que puedas invitarme a un café.
Nada más, por ahora, nos leemos en 15 días, y nos escuchamos ahora, en el nuevo episodio del podcast que tienes aquí abajo.
Gracias.
Nuevo episodio en el podcast
Esther es periodista con experiencia en innovación, gestión de proyectos y startups de rápido crecimiento. Actualmente trabaja como consultora de Cultura Empresarial y Liderazgo ayudando a las empresas a encontrar la verdad detrás del rol, desarrollando la relación entre el ser humano y la empresa para crecer -o escalar- en armonía.
Hablamos de:
Arquetipos de poder en el liderazgo
De qué forma se puede redefinir el poder para promover la horizontalidad
Cómo nos influye la presión social de "ser siempre nuestra mejor versión"
De qué forma afecta la cultura de la competitividad al síndrome del impostor
Cómo podemos cambiar sistemas de creencias heredadas
Balance entre éxito profesional y aspiraciones personales
Muchísimas gracias por tu tiempo, Esther.
Te dejo el episodio aquí abajo y en este enlace.
El contenido de estas semanas
Una frase
The ability to observe without evaluating is the highest form of intelligence. Jiddu Krishnamurti
Buenismo