Aprendiendo a gestionar una energía que no es lineal
Durante los últimos años, semanas que se preveían plácidas han terminado siendo todo lo contrario, de las más estresantes.
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Ya sabes, tercera edición con el artículo, y después la conversación del podcast. No te pierdas especialmente la de hoy.
Escribía Salvador Serrano en su última newsletter titulada “No ver nada” que los días de sol en la nieve son puro postureo. Lo hacía en el contexto de la gestión de proyectos entendiendo aquello que depende de ti y aquello que no, explicando que en un mismo día, en la nieve, hay momentos de todo tipo, soleados, nublados, con ventisca y nevadas fuertes.
Un símil muy acertado que voy a utilizar para ponerte en contexto sobre la gestión de energía. Porque una semana no es como esperas y planificas sino como se va sucediendo. Y al igual que en la nieve, hay días donde los momentos soleados son puro postureo.
Durante los últimos años, semanas que se preveían plácidas han terminado siendo todo lo contrario, de las más estresantes. Semanas en las que llegaba agotado al viernes.
De ahí que pensase en ello, en cómo ser más consciente de los hábitos o comportamientos en los que caigo con el objetivo de poder mejorar en la gestión de esta energía. En especial porque soy consciente de que en el pasado no he gestionado bien la energía con la que empiezo la semana.
Aquí me gustaría explorar lo que he observado en mí mismo para que, como siempre, si te es de utilidad, puedas ser más consciente de tus hábitos.
Predicciones erróneas
Lo primero que observé es que el trabajo me genera energía y felicidad, pero solamente hasta cierto punto. Y era muy malo identificando ese punto. Normalmente decidía cómo usar esa energía basándome en indicadores adelantados en lugar de los reales y correctos que van atrasados.
El caso es que cuando estoy descansado física y mentalmente, sé que mi trabajo en el día a día puede actuar como una rueda de energía. Esto significa que cuanto más hago, mejor me siento. Normalmente cuando empieza una semana laboral, después de un fin de semana de descanso, sé que puedo trabajar mucho sin importar pensar en ello durante todo el día. Incluso aprovecho para escribir esto durante la semana porque hay una relación lineal entre el esfuerzo que realizo y cómo me siento al respecto.
Visualizándolo en una semana, los lunes son aquellos días en los que me organizo el resto de la semana y realizo el trabajo más creativo. Es cuando mejor y más descansado me siento así que tengo que aprovecharlo. Durante los martes empiezo a necesitar tiempo para concentrarme en las tareas más complicadas. Un hecho que también hace que me sienta bien, alimentando la satisfacción que mencionaba anteriormente.
Los miércoles suelen ser un día importante. Después de tres días intensos, por la tarde es cuando parece haber un punto de inflexión para mí en términos de energía, aunque pocas veces pueda percibirlo. Y creo que esto pasa porque como subconscientemente he estado tres días donde la intensidad está relacionada linealmente con sentirme bien, ignoro el hecho de estar cansado porque no he conseguido regular el ritmo de trabajo.
No ser más consciente de esto hacía que, generalmente, los jueves y viernes fuesen de forma diferente a cómo tenía planificada la semana, llegando al punto de no retorno en el que no por meter más intensidad me sentiría mejor sino que hacía que estuviese más irritable e impaciente.
El problema de todo esto es que tomaba decisiones en el momento presente basadas en un modelo de cómo me sentiré los días siguientes con sensaciones donde la energía con la que llego después de un fin de semana es alta.
Es decir que un modelo de trabajar, sacar tareas adelante, y sentirme bien en consecuencia me funcionaba hasta cierto punto. Un punto en el que no por meter más intensidad me sentía mejor. Un punto que no tenía en cuenta el cansancio acumulado y aquellos momentos impredecibles y habituales que trae consigo una semana personal y laboral.
Y esto también pasaba en este boletín. Normalmente suelo escribir durante la semana un borrador al que doy forma durante el fin de semana. De hecho, semanas en las que no vuelvo a gestionar bien mi energía son aquellas en las que hasta el mismo día de antes no tengo del todo desarrollado sobre qué escribir.
Y esto coincidiremos en que no es un patrón que se pueda sostener mucho tiempo.
Cómo estoy gestionando mi energía
Lo que he intentado hacer durante los últimos meses es ir hacia un modelo que limite mi intensidad.
Esto no quiere decir que trabaje menos sino de ser más consciente de cómo gestionar el tiempo, distribuir el trabajo a lo largo de la semana para sentirme bien de forma continuada y trabajando de forma constante para no caer en el punto de no retorno.
Aquí dejo algunas ideas:
Descansar de forma deliberada
Lo más importante para regular el ritmo de trabajo es descansar de forma deliberada. Aporta mucha estructura a tu día a día. Por eso soy muy insistente, trabajando desde casa, en dejar cinco minutos entre reunión y reunión. Como también habituándome a salir de casa y pasear durante la hora de la comida.
Es una maratón, no una carrera de fondo
A pesar de descansar tengo momentos en los que soy consciente de que cuando me sumerjo en una tarea puedo estar mucho tiempo trabajando en ella hasta agotar la energía que tengo para ello. Trabajar conscientemente de forma más lenta, sin la ansiedad de tener que sacar tareas, hace que pueda pensar mejor qué impacto quiero tener.
Y es que a pesar de la sensación tan satisfactoria que tengo cuando he completado lo que tenía que hacer, ver la semana como una maratón en lugar de una carrera de fondo me hace sentir mejor y menos estresado al final de la misma.
Ser estricto con tener que contestar siempre
No puedo negar que estar pendiente del correo, de los innumerables canales de Slack, de las aplicaciones y de las notificaciones, genera dopamina. Hay tantos mensajes, tantas opiniones, discusiones, que llega un punto en el que es hasta adictivo. Sin embargo, durante los últimos meses he sido bastante estricto con estar siempre disponible en el sentido de sentirme obligado a entrar en cada conversación que se genera.
Ahora soy consciente de que el cambio de contexto puede pasar factura después de varios días seguidos en los que has pasado más tiempo opinando en Slack que trabajando y sacando adelante tus tareas.
Limitar intencionalmente y enfocarme en lo que tengo que hacer me ha resultado de mucho provecho para llegar con menos carga mental al final del día. Aunque esto no quiere decir que no conteste. Tan sencillo como escribir “lo he visto, te contestaré más tarde cuando termine unas tareas” es suficiente a nivel interno. Un “visto, lo miramos para darte una solución lo antes posible” de cara a los clientes desenreda muchos problemas.
Diferenciar lo esencial de lo que no
Uno de los libros que más he disfrutado leyendo es “Lo único” de Gary Keller. De forma muy resumida, el autor desarrolla que concentrarnos en hacer una única tarea desbloqueará en cadena el resto de tareas como si de fichas de Dominó se tratase.
Cuento esto porque tenía el hábito de “empaquetar” tareas, sobreestimando cuánto podía hacer en un día y subestimando cuánto podía hacer en una semana. Esto alimentaba un ciclo continuo en el que al final eliminaba tareas para optimizar el tiempo disponible, olvidándome de la energía.
Pensar en lo único hizo que me diera cuenta que no necesito concentrarme en generar y empaquetar durante la semana una lista de tareas por lo que crea que puedo hacer sino por orden de importante preguntándome: ¿cuál es la tarea más importante que va a desbloquear el resto?
Tiempos de concentración y de debate
La gestión del tiempo es uno de los factores que he encontrado más complicados y difíciles. En parte porque cada persona tiene sus propios niveles de energía y su forma de organizar y gestionar el trabajo que tiene que hacer.
No hay mejor forma de dar a conocer cómo es tu energía, en qué momento estás más colaborativo, cuando menos impaciente e irascible, que anticipando y reservando tiempos para debatir, para las llamadas de equipo y solucionar tareas importantes que requieran de colaborar. Y esto, al mismo tiempo, implica ser bastante estricto con los tiempos de concentración y sincero con tus niveles de energía.
Y tú, ¿cómo gestionas tu energía a medida que avanza la semana? ¿Empiezas con fuerza y te desvaneces? ¿Qué haces para gestionarlo mejor?
Nueva conversación en el podcast
Me encanta el trabajo de Dídac Pérez, sus reflexiones, el gusto que tiene por el visual, los detalles, tanto como el placer que he tenido de conocerle virtualmente durante las jornadas de grabación de esta conversación.
Varias horas de charla de forma relajada, de las que he rescatado esta conversación sobre marca y diseño visual hablando de:
De qué elementos se compone una marca y cómo se le da forma
Cuándo crear una marca
Todo el mundo tiene una marca
Ventajas de cultivar la marca
De qué forma puedes consolidar una marca y generar audiencia
Cómo escalas la marca a varios formatos, lo que hay que tener en cuenta
Muchas gracias por tu tiempo Dídac. Siempre agradecido por la conversación.
Dejo la conversación en este enlace y aquí abajo.
Lo que he leído y escuchado estas semanas
Las conversaciones difíciles rara vez son tan desagradables como esperamos
El podcast “Dile que baje”, con Michel Sánchez, entrenador del Girona FC
Una frase
Like our stomachs, our minds are hurt more often by overeating than by hunger. Petrarch
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