Crecer sin certezas
Cada momento de caos te deja una herramienta nueva, aunque no lo veas al principio.
Bienvenido, bienvenida a Rodobo, un boletín quincenal que explora la relación entre el diseño de producto, la experimentación, analítica y las empresas.
Esta es la última edición antes de las vacaciones de verano. En agosto estaré fuera unas semanas y la newsletter volverá en septiembre con más aprendizajes, experiencias, ideas y, seguro que con más preguntas sobre las que reflexionar.
Nos vemos a la vuelta, pero antes, te dejo con esta edición. Una edición muy personal. Vamos a ello.
Uno de los objetivos que me propuse a principios de este año fue aprender a gestionar mejor la frustración y todo lo que ello conlleva. Porque lo fácil, lo sencillo, es gestionar un proyecto o una situación cuando todo va bien, pero lo que realmente te pone a prueba es lo inesperado, aquello que difiere de tus expectativas iniciales, lo que cambia constantemente.
Y he de admitir que, pese a haber gestionado muchos momentos de tensión, lo diferente de este hacía que no supiese qué hacer. De hecho, compartí en LinkedIn hace un par de meses que sentía que lo que antes me salía con naturalidad, de repente me costaba mucho. Y que lo más complejo de aquello no era la dificultad en sí de la tarea sino haberme creído que ya no era capaz de hacerlo, dejando que la sensación de no estar a la altura estuviese en todo lo que hacía, con todo lo que ello conlleva.
De entre todo esto, lo que sí sabía, lo que tenía muy presente, es que no quería ser de esas personas que solamente funcionan cuando todo está bajo control. Así que empecé a fijarme en lo que hago cuando estoy dentro de esas situaciones, de esos imprevistos, de cómo reacciono cuando algo “me cuesta más” y de los momentos llamados “un fuego”.
Y poco a poco, a base de ser más consciente, me di cuenta de que no se trata tanto de resistir y ser rígido sino de soltar, aceptar la situación, estar más presente y ser más ordenado, no sólo física sino también mentalmente. Como también autoexigirse sin presionarse. En definitiva, hacerlo todo más natural, más amable.
Ser amable contigo es una forma de avanzar
Hay una imagen que siempre recuerdo cuando las cosas se complican. Las secuoyas gigantes. No recuerdo quién me contó la historia durante mis años en Secuoyas cuando pregunté el por qué del nombre de la empresa, pero el caso es que me quedé con ello porque me sorprendió bastante. Las secuoyas son esos árboles enormes, gigantes, que sobreviven precisamente porque hay incendios. Porque necesitan el fuego para abrir sus semillas, regenerarse y seguir creciendo.
Me fascinó la historia y creo que desde entonces, pensar en ello me da cierta calma. Porque me recuerda que el estrés, bien gestionado, estando presente, también puede ser fértil, y que no todo lo que arde en un imprevisto se pierde y te hace peor profesional sino que a veces el crecimiento pasa justo por ahí. Por lo incómodo, por aceptar lo que no sabemos, por lo incierto. Y que estar presente es una herramienta de análisis que nos ayuda a controlar esas situaciones.
Entre la línea de lo que controlo y lo que no
Uno de mis primeros impulsos en estas situaciones suele ser querer controlarlo todo, porque creo que cuanto más control tenga, mejor me voy a sentir. Como si pudiese apagar todos los fuegos al mismo tiempo y como si lo urgente se resolviese a base de más presión.
Y esto no solamente me agota sino que he aprendido que es falso. No es así. No lo es porque hay una parte del caos, de esos momentos, que no dependen de mí, y aunque me lo diga muchas veces, hasta que no eres consciente, no te das cuenta. Porque cuanto antes aceptas que hay partes que no controlas, antes puedes enfocarte en lo que sí puedes controlar.
Sé que escribirlo es sencillo, y que la práctica es más compleja, pero a mí, lo que me ha ayudado es establecer una línea mental. Una línea que da respuesta a:
¿Qué está fuera de mi control?
¿Qué depende de mí?
¿Qué puedo decidir?
¿Qué puedo comunicar?
¿Qué expectativas puedo recalibrar?
¿Con quién puedo hablar?
Y esa línea lo cambia todo. Me devuelve un poco de control y sobre todo, me recuerda que no estoy tan metido en ese fuego como parece. O que al menos, no me dejo llevar tan fácilmente.
Ver cuánta capacidad estoy desarrollando
Al inicio no eres consciente pero cada momento de “crisis”, cada imprevisto, fuego, momento de caos, te deja una herramienta nueva. Una forma más clara de priorizar, una forma más eficaz de explicar algo, un principio que te sirve para otras veces.
Y aunque en el momento no lo veas, cuando sales de esa “crisis”, te das cuenta de que puedes con más. No con más trabajo sino con la capacidad de gestionar muchas más situaciones, que has ampliado el techo porque tienes más recursos que antes. Y no porque hayas leído más libros o visto más charlas sino porque lo has vivido, porque has tenido que improvisar, cambiar tus expectativas y sobre todo, porque has sido capaz de expresarlo, como esta imagen que dejo aquí sobre la importancia de expresarse.
Y todo esto te estira, aunque en el momento duela, pero te estira. Como cuando estás haciendo ejercicios de fuerza en el gimnasio y al día siguiente tienes agujetas. Duele pero te estira.
Convertir la frustración en movimiento
Hace unos meses escribí sobre gestionar la frustración y recuperé “Lo Único”, un libro de Gary Keller y Jay Papasan, de mis preferidos, en el que explican que hay dos formas de hacer frente a los problemas, responsable o víctima. Lo hice en un momento en el que necesitaba ser consciente de que muchas veces la tensión no nos paraliza sino que nos frustra.
Y es que no sé cómo sueles actuar tú, pero en mi caso, cuando estoy frustrado, lo que busco es volver a un terreno conocido. Lo hago porque me agota no saber lo que va a pasar, no tener certeza y porque sobre todo, me cuesta anticiparme en esos momentos. Y esto no va de gestionar proyectos sino de gestionar emociones y situaciones personales que afectan a proyectos.
De todo eso, lo que aprendí es que me ayuda mucho moverme. No fisicamente (que también), sino moverme en el sentido de agradecer a alguien su esfuerzo, contar un chiste malo antes de una reunión, buscar feedback y mostrarme abierto a recibirlo. Como también trabajar más en equipo. Pedir ayuda, proponer un workshop, una dinámica, etc.
Y ya no es tanto el querer solucionarlo todo sino el no quedarme parado, porque cuando me muevo es cuando el miedo baja, porque la sensación es de avance, de sentir que algo cambia. Y es entonces cuando no te agota no tener certeza, porque ya aceptas que es necesaria, porque ya no encuentras frustración sino complicidad en las demás personas del equipo.
Conectar antes que encerrarme
En mi caso, cuando estoy en tensión, la mayoría de las veces suelo encerrarme. Me digo que hay que aguantar, que se pasará y que lo sacaré como sea. Supongo que es el ego propio y pensar que eres capaz de todo. Que visto en retrospectiva, vaya estupidez, ¿verdad? Pero pasa, y seguro que te ha pasado.
También puede ser el hecho de ser una persona introvertida, pero el caso es que no fui consciente de la importancia de conectar más allá de lo que me cuesta hasta que no empecé a hablar con más naturalidad sobre ello. La energía cambia mucho cuando compartimos cómo estamos, cuando preguntas cómo están los demás, cuando pides feedback y te muestras abierto a recibirlo, e incluso cuando simplemente dices “no lo sé, me está costando más de lo que pensaba, ¿puedes ayudarme?”.
En esos momentos aparece algo distinto, no sé si más liviano, pero sí más honesto y útil. Y creo que ha sido por compartir y darme cuenta de que nunca estamos solos en lo que hacemos y sentimos con respecto al trabajo. Si algo te sale, si no te sale, no importa si eres junior o senior, cuando conectas, todos respondemos mejor, porque quienes están a tu alrededor los sientes más equipo, como explicaba también en la anterior newsletter sobre confianza.
Un par de conclusiones y nos vamos de vacaciones
Todo esto no va de ser fuerte sino flexible. Va de soltar, como estoy diciendo mucho últimamente. Pero soltar con sentido, soltar lo que no puedes controlar, y enfocarte en lo que sí puedes controlar para actuar aunque no tengas todas las respuestas.
Y ahora, con el tiempo, siento que estos momentos de incertidumbre, estos “fuegos” y momentos de caos van más de pedir ayuda, de recordar que ese “fuego” no solo quema sino que se transforma. Y que si sabes estar dentro, marcando la línea, saldrás más preparado para los que vendrán.
Si te gusta mi contenido, lo mejor que puedes hacer es compartirlo. También he habilitado una página en Ko-fi para que puedas invitarme a un café.
Nada más, por ahora, nos leemos después de verano, puede que el 9 de septiembre (es la fecha que tengo en mente), y nos escuchamos ahora, en el podcast.
Gracias. Pasa buen verano.
Nuevo episodio en el podcast
Con David Guibert, chef y jefe de cocina.
Hablamos de cocina, sí, pero también de equipos, de ritmo, de toma de decisiones bajo presión y de liderazgo desde la confianza. De por qué el concepto de mise en place tiene tanto que enseñarnos más allá de los fogones. De qué pasa antes y después de cada servicio, y de cómo la repetición bien entendida puede ser una forma de excelencia.
Reflexionamos sobre:
Qué significa realmente mise en place y cómo podemos aplicarlo en entornos digitales
El paralelismo entre un pase de cocina y un cierre de sprint en producto o agencia
Cómo afecta al equipo un buen inicio y final de jornada
La repetición como camino hacia la mejora, no como rutina vacía
Herramientas para sostener la presión sin caer en la ansiedad
Cómo tomar decisiones en caliente sin colapsar
La importancia del silencio y la comunicación no verbal
Qué hacer cuando el cliente no percibe el detalle que has puesto en el trabajo
Y por qué liderar no es estar en todo, sino enseñar a decidir
Una conversación distinta, con muchos puntos en común con el mundo digital. Gracias por tu tiempo, David.
Te dejo el episodio aquí abajo y en este enlace.
Lo que he leído estas semanas
Una frase
People travel to faraway places to watch, in fascination, the kind of people they ignore at home. Dagobert D. Runes